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Poemas manuscritos y las gafas de Juan Gil-Albert, legado in memoriam del poeta
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Poemas manuscritos y las gafas de Juan Gil-Albert, legado in memoriam del poeta

lunes 07 de abril de 2025, 10:19h

La Caja de las Letras del Instituto Cervantes ha recibido el legado in memoriam del poeta Juan Gil-Albert (Alcoy, 1904-Valencia, 1994) que incluye sus gafas, varios poemas manuscritos y ejemplares de la revista Canelobre, uno de ellos del año 1996 dedicado al propio autor, editada por el Instituto Alicantino de Cultura.

En el acto han participado Luis García Montero, director del Instituto Cervantes y Antonio Pérez, presidente de la Diputación Provincial de Alicante. Además, han acudido como testigos de honor Juan de Dios Navarro, diputado de Cultura de la Diputación Provincial de Alicante; Claudia Simón Aura, sobrina nieta del poeta; Pilar Tébar, secretaria autonómica de Cultura de la Generalitat valenciana, y Cristina Martínez, directora cultural del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.

«Su figura es fundamental para recordar el exilio español y su importancia», ha señalado García Montero, recordando la partida del escritor alicantino a México en el barco Sinaia debido a la Guerra Civil. Para el director del Cervantes, la obra en esta época de Gil-Albert «representa muy bien su figura ética e intelectual, lo mejor entre las respuestas que pudieron sucederse durante los años críticos de la guerra».

«Se comprometió frente al Golpe de Estado, fue capaz de reflexionar en tono elegíaco y formó parte de todo el movimiento cultural que participó en Valencia desde el compromiso literario y cultural», ha añadido. García Montero ha elogiado la «memoria discreta y la creatividad» de un escritor «de referencia», que además supuso «un gran ejemplo de diálogo cultural» entre México y España.

El legado, coincidiendo con el 121.º aniversario del nacimiento del ensayista alicantino, ha sido depositado en la caja número 1601. Los poemas manuscritos introducidos son Epitalamio a la hermana, datado en 1935; Despedida de un año, fechado en 1936 y Mi nostalgia, homenaje a Játiva, de 1964, todo cedido por su sobrina nieta, Claudia Simón Aura. También se ha incluido unas postales conmemorativas y una fotografía del poeta.

Para el presidente de la diputación alicantina, Antonio Pérez, se trata de un legado que «da testimonio de este gran autor» y hace que su obra «quede para generaciones futuras». Pérez, recordando un aforismo de Gil-Albert en el que señalaba que los acontecimientos no cambian a las personas, sino a uno mismo, ha celebrado la «dignidad silenciosa» de este autor y ha instado a «seguir comprometidos» con la difusión de su obra.

A la conclusión, se ha celebrado en el salón de actos del Cervantes una lectura de la obra Valentín, de Gil-Albert, en versión teatral escrita por Juan Ramón Torregrosa e interpretada por el actor Toni Misó.

Un poeta entre dos generaciones

Gil-Albert es considerado un poeta entre dos generaciones, la del 27 por la cercanía de sus temas y la del 36 por coincidir con la publicación de su primer libro de poemas en esa fecha, Misteriosa presencia, un conjunto de sonetos de asunto amoroso.

Colaboró con poemas en Hora de España, El Mono Azul y las colecciones colectivas Poetas en la España leal, Romancero general de la guerra de España y Homenaje de despedida a las Brigadas Internacionales, además de publicar en este prolífico periodo tres libros de poesía comprometida: Candente horror (1936), Siete romances de guerra (1937) y Son nombres ignorados (1938).

Durante el periodo de guerra, Gil-Albert fue secretario de la subsección de Literatura de la sección valenciana de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, encargada de realizar numerosas actividades de propaganda, teatro y arte.

Al terminar el conflicto bélico, pasó a Francia desde Cataluña, y enseguida a México. Acogido por Octavio Paz, fue secretario de la revista Taller y posteriormente se trasladó a Argentina, donde publicó Las Ilusiones en 1944, su único libro de la época del exilio.

Gil-Albert regresó a España en 1947 y estableció un silencio público a pesar de seguir escribiendo privadamente. El apoyo a finales del siglo XX de figuras como Carlos Barral, Francisco Brines o Jaime Gil de Biedma conllevó la publicación de Crónica general (1974), uno de sus grandes libros en prosa.

A partir de esta época recibe también el reconocimiento institucional, con el doctorado honoris causa de la Universidad de Alicante, el Premio de las Letras Valencianas o la medalla al Mérito de Bellas Artes, entre otros.

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