A miles de metros por debajo de la superficie, donde la luz se desvanece y las temperaturas rondan el punto de congelación, se encuentra el lecho marino profundo: el mayor espacio habitable de la Tierra y nuestro mayor sumidero de carbono, que trabaja para estabilizar el clima de nuestro planeta. Lejos de ser un páramo yermo, los fondos marinos están repletos de vida: albergan unos 10 millones de especies, la mayoría aún por descubrir.
Entre estas asombrosas formas de vida de las que sabemos tan poco, se encuentra el último objetivo de la explotación empresarial: los nódulos polimetálicos, productores de “oxígeno oscuro”, una forma misteriosa pero esencial de oxígeno que sustenta la vida marina. Estos antiguos nódulos, que tardan millones de años en crecer, son ricos en níquel y cobalto por lo que países pro-minería y las empresas mineras nos quieren hacer creer, falsamente, que su extracción es el futuro de la energía verde. Sin embargo, toda la ciencia oceánica actual señala que la extracción de estos nódulos podría tener consecuencias catastróficas, no sólo para nuestro océano, sino para nuestro planeta. Como componentes vitales de los ecosistemas de aguas profundas, que son cruciales para el secuestro de carbono, su pérdida podría empeorar significativamente la inestabilidad climática.
En la actualidad, dentro de la Zona Clarion Clipperton (CCZ) -un vasto lecho marino profundo que abarca más de 4,5 millones de kilómetros cuadrados en el Océano Pacífico- se han seleccionado tres millones de kilómetros cuadrados para la explotación minera. Se trata de una superficie equivalente al tamaño de la India que está a punto de convertirse en la mayor mina de la Tierra. Estas decisiones se toman en la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA, en sus siglas en inglés), una organización con sede en Kingston (Jamaica), encargada del doble y contradictorio mandato de proteger el medio marino y facilitar su explotación con fines lucrativos.
Sin embargo, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM) define los fondos marinos de alta mar, donde se encuentra la Zona Clarion Clipperton, como “patrimonio común de la humanidad” que debe “conservarse en fideicomiso para las generaciones futuras”. Esto significa que estas zonas de aguas profundas no pertenecen a ninguna organización, nación o corporación. Nos pertenece a todos. Es nuestro derecho de nacimiento como seres humanos. Sin embargo, nunca hemos tenido mayor necesidad de protegerlos para salvaguardar la salud de los océanos y la estabilidad del planeta como ahora.
Para combatir la enorme amenaza medioambiental que supone la explotación minera de los fondos marinos, se lanza «La mayor disputa oceánica del mundo», una campaña que ofrece a los ciudadanos de todo el mundo la posibilidad de reclamar libremente los fondos marinos de la Zona Clarion Clipperton (CCZ) en nombre de la humanidad y de las generaciones futuras, convirtiéndose en guardianes de las profundidades oceánicas. Esta iniciativa nos otorga la capacidad de desafiar directamente el derecho de la ISA a dividir y vender el patrimonio común de la humanidad en beneficio de las empresas.
Matthieu Rytz, director y productor del premiado documental medioambiental sobre la explotación minera de los fondos marinos, Deep Rising, narrado y producido por Jason Momoa, se pregunta qué podría ocurrirle a la vida tal y como la conocemos si se conceden licencias para la explotación minera de los fondos marinos:
“La explotación minera de los fondos marinos todavía no ha comenzado y tenemos una oportunidad única de cambiar el curso de la historia y detener otra industria extractiva enormemente destructiva antes de que cause daños irreparables a nuestro planeta. Con el lanzamiento de «La mayor disputa oceánica del mundo», estamos empoderando a la humanidad para desafiar formalmente esta apropiación colonial moderna de tierras que amenaza con destruir una parte insustituible y vital del ecosistema de nuestro planeta: los fondos marinos”.
“Los fondos marinos no pertenecen a nadie, por lo que las compañías no tienen derecho a decidir qué ocurre con ellos, sobre todo si su destrucción repercute en nuestras vidas. Si algo nos ha demostrado la historia es que la voluntad de destruir la biodiversidad para obtener beneficios económicos a corto plazo provoca el colapso planetario. Sabemos muy poco sobre los fondos marinos y la función que desempeñan para nuestro planeta, pero sí sabemos que toda la ciencia oceánica señala que la explotación minera en aguas profundas podría ser catastrófica desde el punto de vista medioambiental. Ya hemos recorrido este camino y nos ha llevado a la crisis climática. ¿Estamos realmente dispuestos a repetir la historia destruyendo uno de los últimos ecosistemas prístinos de la Tierra sin comprender plenamente su importancia? ¿No hemos aprendido nada de las destructivas industrias extractivas del pasado? Tenemos que unirnos ahora y reclamar lo que nos pertenece por derecho -los fondos marinos- antes de que sea demasiado tarde", señala Rytz.
La campaña mundial, «La mayor disputa oceánica del mundo», dividirá el fondo marino en 8.100 millones de coordenadas GPS para representar a cada persona del planeta. Estas coordenadas se asignarán y cartografiarán sobre las áreas de la zona Clarion Clipperton (CCZ) designadas para la posible explotación minera, una decisión tomada por la ISA. Cada persona podrá reclamar sus coordenadas únicas a través de una plataforma digital descentralizada de última generación respaldada por tecnología web3. Al reclamar la CCZ en nombre de la humanidad y de las generaciones futuras, cada persona se convierte en guardián de los fondos marinos.
A cambio de cada petición, cada persona recibirá un certificado de nacimiento diseñado con una forma de vida de las profundidades oceánicas y sellado con sus coordenadas GPS únicas. Este certificado, conocido como DEEPSEA NFT con nuestros héroes anónimos de las profundidades marinas, estará disponible en 90 idiomas y podrá compartirse fácilmente en las redes sociales. Los NFT de DEEPSEA no podrán intercambiarse con fines lucrativos. Cada uno de ellos se almacenará en un servidor descentralizado, libre de autoridad central y censura. Este enfoque innovador garantiza que estas reivindicaciones no puedan ser bloqueadas o alteradas por ninguna organización o agencia.
La campaña Deep Rising estará alojada en la web www.deeprising.com y utilizará tecnología web3 y blockchain para que cualquier persona pueda reclamar los fondos marinos de forma transparente y cuantificable.
“Cada petición se registrará en Coinweb, una plataforma de código abierto y descentralizada, acuñaremos NFT en la blockchain MultiversX. Este protocolo se caracteriza por su mínima huella ecológica a diferencia otras blockchains de prueba de trabajo, que pueden tener una huella de carbono de alrededor de 300kg de CO2 por transacción. En el caso de MultiversX, el consumo de energía de es significativamente inferior, alrededor de 0,04 gramos de CO2 por transacción”. Además, “la campaña empleará un proceso conocido como ‘merkelización’ para la tokenización de los 8.170 millones de coordenadas GPS, que representan a toda la humanidad en nuestro planeta. Este innovador método minimiza las transacciones, garantizando que la huella de carbono sea excepcionalmente baja: potencialmente solo unos gramos de CO2 ya que los 8.170 millones de GPS representan solo alrededor de 2,5 GB de datos”, añade Rytz.
Deep Rising colabora con diferentes organizaciones y expertos independientes para elevar y amplificar el mensaje de la campaña. Un socio clave es la República de Palaos, un país ubicado en el extremo suroeste de Micronesia en el océano Pacífico formado por más de 500 islas, que se encuentra en primera línea del cambio climático y se opone firmemente a la explotación minera de los fondos marinos. Deep Rising trabaja estrechamente con el gobierno y los líderes tradicionales de Palaos para llevar el mensaje de la campaña a la escena mundial a través de actos de alto nivel en los que participa su presidente, Surangel Whipps Jr.
“Los fondos marinos no son sólo un recurso, son nuestra herencia compartida, que desempeña un papel fundamental en la estabilización del planeta en un momento en que la humanidad se enfrenta a una crisis climática sin precedentes. No podemos permitir que unas pocas compañías exploten lo que nos pertenece a todos, especialmente cuando hacerlo amenaza con destruir los frágiles ecosistemas que son vitales en la lucha contra el cambio climático. Una vez destruidos, estos ecosistemas se pierden para siempre. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) debe cumplir con su deber de proteger, no expoliar, el patrimonio común de la humanidad. Este movimiento es mucho más que salvar el océano: se trata de salvaguardar nuestro futuro colectivo. Las decisiones que tomemos hoy darán forma al mundo que heredarán nuestros hijos y nietos”, señala Surangel Whipps Jr, presidente de la República de Palaos.
Además de Palaos, «La mayor disputa oceánica del mundo» colabora con organizaciones en diversas regiones para educar e informar a las comunidades locales sobre los peligros de la minería en los fondos marinos y con grupos de interés dentro de los países que están presionando activamente a la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA) para que permita el inicio de la minería en la Zona Clarion Clipperton (CCZ).