INGRES EN EL MUSEO DEL PRADO

Por primera vez y sin que sirva de precedente, o quizá sí, llega al Museo del Prado, una exposición sobre el renombrado pintor francés, conocido como Dominique Ingres, que en el siglo XIX revolucionó el arte, y que su influencia llega al siglo XXI, es decir a nuestros días.

Unas 66 obras que serán expuestas en la pinacoteca de la capital y que durará hasta el 27 de marzo de 2016.

No hay que señalar que es una ocasión única e irrepetible que los amantes de la pintura y del arte en general, no deberían perderse, ni tampoco aquellas personas con un mínimo de sensibilidad que se emocionen ante alguno de los retratos, hermosos hasta la extenuación, románticos hasta el paroxismo, y otras obras, vanguardistas como si acabarán de salir del taller de cualquier visionario postmoderno o no, y tradicionalistas, sin perder en el camino un ápice de genialidad y belleza.

Y es que el arte, entiendas o no, si es que alguien, en verdad, entiende, es eso: transmitir emociones, despertar sentimientos, removernos el alma (quién la tenga) y el corazón (quién lo use)…

Sin duda estamos ante una de las exposiciones del año 2015, está muy bien para cerrarlo, y del año 2016, está muy bien para abrirlo, y nos aliviará de este frio invierno que se nos ha echado encima, riéndose del otoño y tomándonos por sorpresa y al asalto… El general invierno…

Vayan, id, acudan, acudid, a verla (a cada uno lo suyo)…

No se la pueden perder. Hagan un hueco en sus apretadas agendas, daros una vuelta por el Museo del Prado…

Ingres, pintor francés, nació en Montauban, en 1780, y murió en París en 1867. Aunque se le considera el último representante de los grandes pintores del neoclasicismo francés, es muy difícil encasillar a Ingres en una corriente estilística concreta. Estudió en la Academia de Toulouse, antes de trasladarse en 1797 a París, donde fue alumno de J. L. David.

En 1801 ganó el Prix de Rome con “Aquiles y los enviados de Agamenón”, pero no pudo ir a Italia por motivos políticos y comenzó a trabajar como pintor en París.

Tras una estancia de cuatro años en Florencia a partir de 1820, regresó a París. Sólo abandonó la capital francesa durante un breve período (1835-1841) para dirigir la Academia de Francia en Roma.

LA GRAN ODALISCA (1814)

“La gran odalisca” es una imagen típica del gusto por los temas exóticos y orientales del momento. Frente al tratamiento del desnudo masculino, Ingres entra en el desnudo femenino por la pura carga erótica del cuerpo de la mujer. Esta obra se hizo célebre por constituir una invitación directa al placer sensual. Se considera el primer gran desnudo de la tradición moderna.

Esta obra es, quizá, la más conocida del pintor francés.

La exposición traza un recorrido un recorrido cronológico-temático por más de 60 obras entras las que, además de los emblemáticos ejemplos procedentes de Francia como “La gran odalisca”, que ha salido en contadas ocasiones del Museo del Louvre, o “El sueño de Ossian” del Museo de Ingres, se incluyen pinturas cedidas por instituciones belgas, inglesas, italianas y norteamericanas como “La condesa de Haussonville o “La señora Moitessier”, iconos del género del retrato que son universales.