Aunque la cerámica portuguesa es por todos conocida gracias a su calidad y diseño, en el Alentejo, región caracterizada por su rica herencia cultural, este arte va más allá. Todavía pueden encontrarse lugares en los que predomina lo hecho a mano, protegiendo tradiciones como la alfarera y preservando técnicas milenarias que han pasado de generación en generación desde la época romana. Un paseo por algunas de sus villas nos descubrirá pequeños talleres de alfarería donde se puede ver a los artesanos trabajando el barro y creando auténticas joyas de arcilla.
São Pedro do Corval. No en vano considerada la capital ibérica del barro, esta villa rayana hace que sea difícil resistir la tentación de adquirir un original plato, vaso, cuenco o taza en alguna de sus más de veinte olearias o alfarerías. En ellas se puede aprender el proceso de fabricación de estas piezas y hacer visitas a los artesanos que trabajan en el torno. Para conocer más sobre la historia de este oficio, que con el tiempo ha ido transformándose sin perder su esencia, es recomendable visitar el centro de interpretación Casa do Barro. En las inmediaciones de la villa, otros lugares como São Lourenço do Barrocal ofrecen talleres con expertos de esta tradición.
Nisa. Asentada sobre una extensión de tierras arcillosas, Nisa recibe a los viajeros con su coqueta arquitectura, su cerámica roja y sus bordados. En su centro histórico, una fotogénica calle revestida de cerámica y mármol representa la artesanía local. Su costumbre se distingue por la técnica del empedrado decorativo, en la que se utilizan pequeños fragmentos de cuarzo blanco para decorar platos y vasijas con motivos inspirados por la flora y fauna de la región. A pocos kilómetros de distancia, en la Herdade dos Grous se puede participar en una clase de iniciación en este arte, aunque no conviene partir de Nisa sin antes probar sus quesos de oveja con denominación de origen.
Redondo. La relación entre la villa de Redondo y la arcilla puede trazarse desde principios del Neolítico y llega hasta nuestros días. Por ello, se han creado espacios como el Museo del Barro, dedicado a la protección de la alfarería tradicional y su historia. Los visitantes podrán conocer aquí las diferentes maneras de trabajar este material y adquirir souvenirs tan bellos como útiles y duraderos. Además de la cerámica, el otro arte que se cultiva en la zona es el vino, siendo Redondo una de las regiones de Denominación de Origen Controlado del Alentejo.
Odemira. Situada en el distrito de Beja, Odemira es un punto de referencia para la tradición alfarera del país, albergando diversas fundaciones y talleres que imparten cursos de modelado y pintura cerámica idóneos para entrar en contacto directo con este material. La inspiración para comenzar a crear puede adquirirse en la Asociación de Artesanos del Concejo de Odemira (CACO), que además de promover la protección de la artesanía local, expone piezas que combinan técnicas históricas con elementos modernos y procesos sostenibles.