Desde que el mismísimo Luis XIV de Francia popularizara el uso de la corbata, allá por el año 1660, esta prenda ha sido ejemplo de elegancia, clase y distinción.
Hasta el punto de que en muchos puestos de trabajo su uso es obligatorio y es un accesorio casi imprescindible para ciertos eventos sociales, como por ejemplo las bodas.
Incluso entre las personas a las que no les gusta mucho ir con corbata.
Pero lo cierto es que aquellos que no son muy partidarios de llevarla pueden estar haciéndole un gran favor a su salud.
Siga leyendo, porque el tema tiene su aquel.
Los peligros de llevar corbata
Nudo simple, Kevin o el popular Windsor; hay todo un mundo de nudos de corbata, incluidos manuales para hacerlos perfectamente.
Ahora bien, no conviene que estos nudos estén demasiado ajustados. Pero no solo porque pueden comprimir las vías respiratorias.
Su principal riesgo está en que aprietan al mismo tiempo la vena yugular (encargada de recoger la mayor parte de la sangre de la cabeza y el cuello) y la arteria carótida (la que lleva la sangre del corazón a la cabeza).
Pues bien, esta compresión puede conllevar desde pequeños problemas cardíacos… ¡hasta trastornos oculares!
El estudio que llegó a esta conclusión contó con 30 voluntarios que fueron divididos en dos grupos: los del primero debían llevar corbata y los del segundo no.
A todos los participantes se les realizó una resonancia magnética para medir su flujo sanguíneo cerebral. Además, en el grupo con corbata esa resonancia se hizo teniendo la corbata bien atada y el cuello de la camisa cerrado, pero también con el cuello abierto y la corbata desabrochada.
Los resultados mostraron que una corbata demasiado apretada obstruye el flujo de la sangre del cerebro al corazón, lo que a su vez aumenta la presión intravenosa cerebral. Hasta el punto de que esta puede dañar el nervio óptico y aumentar el riesgo de cataratas o de glaucoma (o agravar este último, si ya se tenía).
Por supuesto, estos son los casos más extremos; con nudos muy prietos y como consecuencia de llevar puesta la corbata mucho tiempo seguido.
No obstante, hay que tener en cuenta que las personas que fuman, que tienen sobrepeso o que sufren hipertensión tienen más riesgo de experimentar subidas de tensión arterial a consecuencia de esta prenda. Incluso si no se lleva muy ajustada o durante mucho tiempo.
Este cambio de presión se caracteriza por dolor de cabeza, mareos o nauseas. Por ello, si experimenta cualquiera de estos síntomas, no lo dude y quítese la corbata inmediatamente.
Más riesgo de infección bacteriana
Un estudio del Departamento de Medicina de Urgencia de Estados Unidos llegó a la conclusión de que las corbatas… ¡son un auténtico vector de infección bacteriana!
Por ejemplo, muchos pacientes que entran a la consulta de un médico que lleva corbata salen de ella con bacterias que les ha transmitido este profesional. Y es que es una prenda que se “pasea” y, dado que va colgando, va recogiendo patógenos a su paso. Y además apenas se limpia.
Existen otros posibles focos de infección (las mangas de las camisas, los relojes, las joyas…), pero la corbata parece ser la que más riesgos entraña. Porque esta prenda tiene más probabilidades de entrar en contacto con las bacterias de los pacientes a los que ha tratado el personal sanitario y que desde ahí migren a otras personas.
En concreto, se estima que el 5% de los pacientes adquieren esas infecciones por esta vía. Y por esta razón se recomienda que el personal médico no use prendas susceptibles de transmitir gérmenes en general.
Lo curioso es que este consejo choca de lleno con la conclusión de una encuesta que se realizó en paralelo a esta investigación.
En ella se preguntó a los pacientes sobre el atuendo del médico que los trataba, y en su mayoría señalaron que preferían ser atendidos por personas que tuvieran un aspecto “más profesional”. Y en muchos casos esta distinción la daba la presencia de la corbata.
Ahora bien, dados los “efectos secundarios” que tiene la corbata, tanto para quien la lleva como para las personas a las que atiende, tal vez convenga apostar por la salud antes que por la elegancia.
(Artículo extraído de https://www.saludnutricionbienestar.com/)