EN EL MUSEO PICASSO MÁLAGA
9 mayo - 10 septiembre 2023
Desde el 9 de mayo hasta el 10 de septiembre, el Museo Picasso Málaga presenta la exposición Picasso escultor. Materia y cuerpo, una exposición protagonizada por la figura humana y la materia, organizada por el Museo Picasso Málaga y el Museo Guggenheim Bilbao, en donde se exhibirá también en otoño.
Concebida por la que fuera primera directora del Museo Picasso Málaga, Carmen Giménez, la selección de esculturas reúne la pluralidad de estilos que Picasso utilizó para representar las formas del cuerpo humano, desglosándolo en una diversidad de formatos empleando todos los materiales posibles: madera, hierro, yeso, cemento, metal o bronce que incluye su obra escultórica. Para Picasso esta disciplina artística no era en absoluto secundaria en su producción, sino que la concebía como una forma de expresión comparable a la pintura, el dibujo, el grabado o la cerámica, ya que, como él mismo decía, ningún arte es más o menos importante que los demás. Estos lenguajes y materiales le permitían expresar diferentes aspectos de su creación.
Aunque esta esfera de su obra empezó a hacerse más evidente y prolífica durante su período cubista, Picasso realizó esculturas casi desde el comienzo de su extensa carrera artística y siguió trabajando en ellas durante toda su vida. Se acercó al medio con la libertad de un artista autodidacta, dispuesto a romper todas las reglas. Quizás como consecuencia de esta actitud la mayoría de sus hallazgos escultóricos le acompañaron hasta sus últimos días, de lo que dan testimonio las numerosas fotografías de sus estudios y viviendas. Tratándolos casi como miembros de su hogar, apreciaba la compañía de las esculturas y disfrutaba recrearlas en una variedad de situaciones. Picasso mantuvo la mayoría de éstas en su colección privada durante su vida.
'Picasso escultor. Materia y cuerpo' cuestiona los límites entre escultura y pintura, obra acabada y maqueta, así como entre gran obra y obra menor. El recorrido por estos casi sesenta años de esculturas de Picasso conforma una revisión de la historia del arte: el cubismo, la abstracción, lo primitivo y el object trouvé, se muestran en estas sesenta y una piezas centradas en el cuerpo humano que Picasso realizó entre 1909 y 1964.
Carmen Giménez, primera directora del Museo Picasso Málaga, es una conservadora de arte y comisaria de exposiciones española que ha trabajado como consejera del Ministerio de la Cultura y con el Museo Guggenheim de Nueva York. A lo largo de su carrera, ha desarrollado un extenso programa de exposiciones internacionales.
PICASSO Y LA ESCULTURA
La escultura es la faceta artística menos conocida de Pablo Picasso, quizás debido a que tenía 85 años cuando accedió a que el Petit Palais de París mostrara por primera vez docenas de esculturas que siempre había guardado consigo. Probablemente, también porque a lo largo de su vida se calcula que pudo hacer unas 700 esculturas frente a los aproximadamente 4.500 cuadros que realizó. Para Carmen Giménez "no solo fue lo escultórico fundamental para la construcción propia de la obra pictórica, sino que igualmente la pintura le sirvió de aporte a la obra escultórica, en un continuo desplazamiento entre disciplinas". Así es ya que en cada etapa escultórica, y al igual en que en el resto de sus creaciones, Picasso se reinventaba dotando de nueva energía al medio escogido y creando nuevas conexiones entre toda su obra.
A finales del siglo XIX, la escultura requería el conocimiento de diversas técnicas y el uso de materiales resistentes como el bronce, el mármol o la madera. Aunque de niño Picasso recortaba siluetas en papel, se desconoce si durante su formación como estudiante de arte realizó alguna incursión en este terreno. Para el artista, la escultura siempre fue algo muy personal, íntimo y hasta cierto punto, improvisado. Su primera pieza de arcilla conocida, Mujer sentada (1902), la realizó en el estudio de su amigo escultor Emili Fontbona en Barcelona. El descubrimiento del arte africano y oceánico en el Musée d'Etnographie de Trocadero en París le reveló la fortaleza con la que, a modo de talismán, se podía dotar a los objetos.
Entre sus primeras piezas, sin duda la cubista Cabeza de mujer (Fernande) (1909) es la más conocida, pero cuando tres años más tarde vuelve a trabajar las tres dimensiones lo hace en otra dirección, introduciendo por primera vez el espacio como material escultórico. Algo que hoy en día nos parece natural, pero que sorprendió cuando en la serie de seis bronces policromados Copa de absenta (1914), el espacio vacío representaba la transparencia. Muchos de los trabajos de esta época incluyeron materiales tan cotidianos e innovadores como cordeles, papel, cartón, arena, muelles, hojalata o pegamento; pero en 1924 su escultura Guitarra, formada con diferentes planos de cartones y cuerdas, marcó el final de una era, cuando el impacto del surrealismo en Picasso le llevó a otros trabajos.
Entre 1928 y 1934 modela una serie de construcciones de hierros soldados, cruciales para el futuro de la escultura moderna, fruto de su colaboración con su amigo de juventud y escultor Julio Gonzalez, pero también estilizadas figuras en madera y sensuales formas humanas. Así, el artista se dedicó intensamente al modelado en yeso en su castillo de Boisgeloup, concibiendo figuras curvilíneas y sensuales en las que narices, cuellos, bocas, ojos y pechos se conjugaban recreando voluptuosamente la carnalidad del ser humano. En 1937, en plena Guerra Civil española, el Gobierno de la República le invita a participar en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de Paris, en donde mostrará el alegato contra la guerra Guernica y cinco esculturas creadas en Boisgeloup.
En 1940 retomó la escultura montando en su estudio de la calle Grands-Augustins una zona específica para ello, que supuso el inicio de una gran actividad que continuó hasta el periodo de posguerra. En los años cuarenta y cincuenta las escenas de su vida familiar y cotidiana se reflejaban también en sus obras tridimensionales. En 1948, entusiasmado con su nueva pasión que por la cerámica le inculcan Georges y Suzanne Ramié, se asentó en Vallauris en donde de nuevo transformó su inexperiencia y creatividad en una prerrogativa con la que romper las reglas y cánones del proceso alfarero. Picasso continuó paralelamente con su obra pictórica, gráfica y escultórica, en donde el ensamblaje se convirtió en su principal modo de operar.
En el año 1955 se mudó a La Californie, en Cannes, a donde trasladó todas las obras que guardaba en París, de manera que volvió a trabajar y a vivir en un mismo espacio. Tanto en esta nueva residencia como en las posteriores - Château de Vauvenargues (1958) y Notre-Dame-de-Vie en Mougins (1961) -el artista sembró de esculturas los espacios interiores y exteriores, como muestran las fotografías de los reconocidos fotógrafos que le visitaban: Henri Cartier-Bresson, Robert Douisneau, Irving Penn o David Douglas Duncan, entre otros. Piezas que formaban parte de su forma de vivir y que no deseaba ni vender ni prestar para exposiciones.
A mediados de los cincuenta esculpió formas en madera vieja, trozos de mobiliario y especialmente, estimulado por Lionel Prejger, hojas de planchas de metal. El artesano Joseph-Marius Tiola transforma las maquetas del artista en papel o cartón a chapa metálica de mayor formato, recortada y doblada. Algunas piezas fueron pintadas, mientras que en otras permitió que el óxido produjese sus propios cromatismos. Se trata de Bañistas, mujeres y otros personajes representadas en planos, en las que de nuevo el vacío se muestra estructuralmente al mismo nivel que la forma sólida.
En los años sesenta el desarrollo urbano y el boom económico de la posguerra demandó obras de arte a gran escala destinadas a la transformación de las ciudades en paisajes contemporáneos. El artista Carl Nesjar convenció a Picasso para trasponer su obra a grandes proporciones en un hormigón resistente al exterior, llevando a cabo más de veinte proyectos en ciudades europeas y americanas. Esta exposición exhibe una Maqueta para la escultura del Richard J. Daley Center (1964), destinada a convertirse en la escultura de 20 metros de alto en acero que desde 1967 está situada delante del Civic Center de Chicago. Se trata de un rostro geométrico con volúmenes sugeridos por los contrastes entre vacíos y materia.
En el año 1966, con motivo de su 85º aniversario, al artista accedió a que muchas de las esculturas que tenía en su domicilio fueran contempladas en la exposición "Hommage à Pablo Picasso" del Petit Palais. Esculturas que posteriormente también viajaron a Londres y a Nueva York, mostrando y demostrando al mundo el talento de Picasso escultor.