Laila Ripoll, responsable artística del teatro Fernán Gómez, dirige esta obra y habla así de la misma: “Un Calderón como si fuese una película de Doris Day, ¿por qué no? Colores, luz, sensualidad, alegría, música y juventud brillan en cada elegante verso de este texto. Mujeres que bien podrían ser aquella Ava Gardner que se divertía en el Madrid de finales de los 50, Marcello Mastroianni paseando por San Antonio de la Florida, galanes con el punto tenebroso del Mr. Ripley de Alan Delon en ‘A pleno sol’, Jerry Lewis en su mejor momento, criados que parecen sacados de ‘Atraco a las tres’… todo parece hecho a la medida de este Calderón sensual y divertido, en el que una mujer con un sombrerito blanco, al más puro Audrey Hepburn, ubicua y juguetona, es responsable de un enredo monumental que deja al espectador boquiabierto.” “Mañanas de abril y mayo fue representada por Margarita Xirgu”, continúa Laila, “y también llevada a escena por el gran tándem formado por Narros y D´Odorico, hace ya más de veinte años, sin que tengamos noticia de que se haya vuelto a representar. Sirva este espectáculo como un humilde homenaje a todos ellos y a su manera de hacer y entender el teatro”
Laila Ripoll, directora artística del teatro Fernán Gómez, ha presentado este nuevo montaje: ‘Mañanas de abril y mayo’, de Calderón de la Barca, y lo ha hecho acompañada de Carolina África, que versiona la obra y de los actores que forman el elenco: Pablo Béjar, Guillermo Calero, José Ramón Iglesias, Sandra Landín, Juan Carlos Pertusa, Alba Recondo, Nieves Soria y Ana Varela.
La obra tiene cuenta con la música original de Mariano Marín, vestuario de Almudena R. Huertas, escenografía de Arturo Martín Burgos y videoescena de Emilio Valenzuela.
¿Por qué un Calderón un tanto gamberro para esta ocasión?
“Porque Mañanas de abril y mayo es una comedia muy divertida, brillante, efervescente y después de todo lo que ha pasado estos años, de encierro, de muerte, de tristeza, es como abrir una ventana y que entre el aire fresco y nos llene de alegría y de brisa primaveral.” así nos lo explica Laila en esa presentación.
‘Mañanas de abril y mayo’ es una deliciosa comedia en verso llena de alegría y vitalidad, con canciones interpretadas en directo. Plagada de enredos y confusiones, donde se recrea un Madrid verde y florido, bucólico y sensual, en el que las jóvenes parejas de enamorados se confunden, se evitan, se engañan, se sorprenden, se buscan y, a veces, hasta se encuentran. Todo es juego y alegría en este Calderón, donde la fuerza de la naturaleza se impone a la reflexión, y los huertos, jardines y bosquecillos de Madrid resultan ser los otros grandes protagonistas de la trama. Esta pieza retrata a la perfección las relaciones humanas, sobre todo en lo que al amor se refiere.
La versión de esta obra la firma Carolina África, para quien “adentrarse en un clásico para hacer una versión es siempre una aventura estimulante e inspiradora. La acción se ha ambientado con una estética años cincuenta, dotándola en este caso de color y alegría. Ese tono de festividad es uno de los objetivos que nos hemos propuesto, igual que la idea de disfrutar al máximo de estos personajes que podrían ser contemporáneos a nosotros. Para ello, he tratado de dotar a las mujeres de un papel más activo y menos doliente y potenciar la comicidad en todos. Clarificar, buscar la teatralidad y agilizar las tramas han sido otras prioridades, como también ofrecer una mirada contemporánea sobre las palabras de Calderón, cuestionando con humor y determinación comportamientos que hoy, afortunadamente, nos parecen inadmisibles”.
LA OBRA EN SINOPSIS
En casa de don Pedro se presenta súbitamente don Juan de Guzmán. Viene embozado a fin de no ser reconocido, pues le busca la justicia porque tiempo atrás dio muerte, por celos, a un caballero que encontró al salir de la casa de doña Ana de Lara, su enamorada. El amor hacia doña Ana le hacen volver a Madrid, a pedir refugio junto a su amigo don Pedro, cuya casa es contigua a la de doña Ana. Don Pedro, a su vez, anda por «aquellas mañanas de abril y mayo», en galanteos por el Parque de la ciudad, tras doña Clara, de la que está perdidamente enamorado.
El amante de doña Clara es don Hipólito, el más fatuo y maldiciente caballero de todo Madrid, quien le ha prohibido salir al parque, pero doña Clara burla la prohibición disfrazada y cubierta la cara por un sombrero blanco con un velo, haciéndose pasar por otra mujer desconocida de la que el veleta de don Hipólito se enamora al momento. Mientras tanto, doña Ana, entristecida por la partida de don Juan, no sale de su casa si no es para asistir a misa, pero por una serie de malentendidos termina con el sombrerito blanco de doña Clara en sus manos, con lo que don Hipólito cree que la misteriosa desconocida es ella y comienza a galantearla. Don Hipólito solicita de don Pedro que le deje su casa para una entrevista con doña Ana, lo cual pone a don Pedro en un aprieto, entre la amistad de don Hipólito y de don Juan. A partir de este planteamiento del primer acto, la acción se va complicando visiblemente…
A partir de ahí muchos más enredos, engaños, embustes, amores más o menos frustrados, otros con final feliz y otros de aquella manera… Vamos como la vida misma, y estamos hablando de una obra escrita (en verso) en el siglo XVII pero mostrando los temas que siempre han movido a las buenas almas y a las malas, incluso a las almas tontas y a las listas…