Si hay una deliciosa forma de descubrir Bruselas es a través de su gastronomía, que cuenta con el reconocimiento internacional de organismos como la Unesco y el universo Michelin, que ha premiado con estrellas a 16 de sus restaurantes. Desde las típicas patatas fritas y mejillones a los exquisitos pralinés de reconocida fama mundial, Bruselas está para comérsela.
Bruselas es la capital del chocolate, pero también la ciudad que se puede recorrer con un cono de patatas fritas o con un delicioso gofre en la mano. Desde las típicas cervecerías a restaurantes gourmet, Bruselas ofrece una gran diversidad de razones para comérsela -y bebérsela- paso a paso, así como para descubrir los secretos de su gastronomía en museos especializados y visitas guiadas.
Tal y como señala Nuria López, responsable de Visit Brussels en España, “Bruselas puede descubrirse a través de su oferta gastronómica, tan rica y variada que es apetecible para todos los gustos y bolsillos. Y la ciudad ofrece muchos atractivos vinculados a la gastronomía, así como festivales y eventos que consiguen experiencias culinarias de 360º”.
La cerveza, un imprescindible de la Unesco
La cultura cervecera belga figura en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y en Bruselas, beberse una cerveza, además de una obligación, es imbuirse en una tradición centenaria de alambiques que dan el punto justo de acidez y sabor. De hecho, en Bruselas se encuentran algunas de las mejores cervecerías del mundo y se celebran festivales dedicados a la cerveza. Para aprender todo sobre su elaboración, tradiciones y sabores, lo mejor es hacer una visita guiada a alguna de las fábricas de Bruselas o a museos como el de Schaerbeek o la Brasserie Cantillon, la fábrica de cervezas más antigua de Bruselas,. Y, como novedad, además, se puede disfrutar de la cerveza en modo relax, en el Good Beer Spa, un relajante baño de burbujas cerveceras con barra libre de cerveza.
La dulce tentación del chocolate
En Bruselas el chocolate es todo un arte y su aroma envuelve calles y plazas, siendo una dulce tentación difícil de evitar. En 1912, Jean Neuhaus dio forma al primer praliné y sus herederos continúan con la tradición en el mismo sitio, la cuna histórica del arte chocolatero, los arcos de las Galerías Reales de Saint Hubert. Allí también se encuentran Corné Port Royal y Mary, un establecimiento con mucha historia donde se trabajan hasta 70 variedades de chocolate.
La ruta de la felicidad en forma de chocolate sigue a través del corazón de Bruselas, los alrededores de la Grand Place, con parada obligatoria en los establecimientos de Galler y por supuesto, Godiva, que exporta a más de 70 países. El distrito de Sablon es otro de los polos de atracción para los fans del chocolate y donde se puede disfrutar de las creaciones de Pierre Marcolini, así como de los típicos manons de Leonidas y Passion Chocolat.
También en Bruselas se puede tener la oportunidad de vivir la dulce experiencia de hacer bombones en el taller del maestro artesano Laurent Gerbaud o hacer una cata de chocolate y cerveza en la tienda-boutique de Concept Chocolate. Los muy chocolateros podrán conocer los orígenes y las tradiciones belgas en torno al chocolate en dos museos, el Belgian Chocolate Village, junto a la basílica del Sagrado Corazón y Choco-Story, cerca de la Grand Place. Una sabrosa visita que termina, como no podía ser de otra forma, con degustación incluida.
Sin dejar de lado el dulce, otro de los manjares de Bruselas es el gofre. Con chocolate por encima, espolvoreado con azúcar glas, con nata… Esta masa de forma rectangular con celdas cuadradas, crujiente y tierno a la vez, es uno de los símbolos de Bruselas desde el siglo XVI. Imposible resistirse a probar alguno, sobre todo los que se sirven en Maison Dandoy, bajo la cubierta acristalada de las Galerías Reales.
Y las reinas: las patatas fritas
Que algo a la vista tan simple como unas patatas fritas se haya convertido en un clásico de Bruselas solo se puede entender probándolas mientras se pasea por la ciudad con un cono rebosante de este manjar en la mano. Obviamente tienen su secreto de cocción y fritura, así como las salsas que las acompañan: hay lugares en los que se pueden elegir hasta 30 variedades distintas. Las patatas fritas se han convertido en un símbolo más de Bruselas y también cuentan con su propio museo, Home Frit´Home. Sin olvidar que, un must en la capital es probarlas haciendo compañía a un plato de moules (mejillones) preparados con vino blanco y apio: el plato más típico de Bruselas.
Placeres Michelin
La gastronomía belga está entre una de las más reconocidas del mundo y Bruselas es un paraíso para los sibaritas gourmet, que incluye hasta 16 establecimientos del universo Michelin. De hecho, en 1972, Bruselas se convirtió en la primera capital en la que se reconoció a un restaurante fuera de Francia con tres estrellas Michelin. Tradición y vanguardia, recetas con mucho sabor y altas dosis de profesionalidad han convertido a Bruselas en una de las capitales gourmet de Europa.