Cinco rutas, divididas en 17 recorridos, son la mejor guía para conocer de primera mano los sabores de la tierra y todo lo que se esconde tras ellos.
La gastronomía del Alentejo es por todos alabada y así lo secundan los numerosos premios que atesora -el último de ellos, una Estrella Verde Michelin y una Estrella Michelin otorgada al restaurante Do Esporão de Reguengos de Monsaraz-, pero lo que no todos conocen es lo que hay tras de ella: las lonjas, haciendas, bodegas y, sobre todo, las personas que trabajan para llevar la producción y la cocina alentejanas a lo más alto. Ahora, gracias a las rutas enogastronómicas “De la tierra a la mesa”, todo aquel que desee empaparse aún más de la cultura de esta maravillosa región tendrá la oportunidad de hacerlo de una manera inmersiva, educativa y divertida.
Cinco grandes rutas, subdivididas en 17 recorridos más pequeños, permiten realizar un sabroso viaje a través de los productos del Alentejo, descubriendo el ingenio y el arte que hacen posibles los manjares y los vinos del territorio.
Participar en la recogida de la aceituna, catar aceites, vendimiar por unas horas, conocer el ciclo del arroz, visitar puestos pesqueros o pasear por los montes donde se crían los animales en libertad son solo algunas de las actividades que ofrecen estas rutas, además de, por supuesto, degustar los mejores productos recién salidos de la tierra.
Las cinco grandes rutas
La iniciativa “De la tierra a la mesa” está compuesta por cinco rutas que recorren casi al completo el territorio alentejano. Cada una de ellas cuenta con varios itinerarios que presentan visitas y actividades en los lugares de interés, y van acompañadas de textos explicativos, así como de recomendaciones para comer, alojarse y disfrutar de los mejores eventos enogastronómicos.
Ruta I: Alentejo Litoral. Que la región cuente con una de las costas más imponentes del mundo no es algo que pueda pasar desapercibido, tampoco en estos recorridos. Esta ruta propone descubrir los mejores productos locales del mar, a la vez que se admiran enclaves maravillosos bañados por el Océano Atlántico y los ríos Sado y Mira. Además del marisco y pescados, merece la pena probar platos a la parrilla y cocidos, pastas y las sopas de pescado, caldeiradas, los guisos de anguila, las feijoadas de bígaros o de chocos, y los arroces con gambas o navajas.
Ruta II: Hacia el Sur, entre Mértola y Alvito. Este recorrido atraviesa la parte más meridional del Alentejo interior, ya que transcurre entre Mértola, Castro Verde, Beja, Vidigueira, Viana do Alentejo y Alvito. Al tratarse de un paisaje variado, las experiencias que ofrece son también muy diferentes, pero todas tienen como factores comunes la naturaleza y los productos cultivados en el campo. De este modo, quienes escojan esta ruta o alguno de sus recorridos podrán degustar los afamados quesos de Serpa, aceites de oliva, embutidos e incluso algunos dulces, todo ello acompañado de vinos como como los que se obtienen en las viñas de Vidigueira. Como extra, también se podrán conocer plantas aromáticas y medicinales que se cultivan en esa zona de la región.
Ruta III: Por tierras de Alqueva. En torno al bello escenario que ofrece el embalse de Alqueva, se puede ver la unión entre la tradición y la innovación enogastronómica de la zona visitando productores de Portel, Monsaraz, Mourão, Moura, Noudar y Serpa. Estas localidades permiten visitar algunas de las bodegas y de los restaurantes más premiadas del Alentejo, como el antes mencionado Herdade do Esporão, en Reguengos de Monsaraz. Las catas de aceites, vinos, quesos y mieles son un imprescindible si se viaja a esta zona de la región.
Ruta IV: En el Alentejo central. Desde Vendas Novas hasta Évora, los recorridos que componen esta ruta atraviesan el centro de la región, pasando por varias de sus localidades y mostrando los orígenes de la cocina gourmet alentejana, surgida de aquello de que “la dificultad aguza el ingenio”. Esta ruta invita a un viaje a través de los sentidos pudiendo probar las mejores compotas, la exquisita repostería del lugar, arroces perfumados e incluso flores comestibles que dejarán huella en todo aquel que las pruebe.
Ruta V: Por el Norte alentejano. Este itinerario recorre el Guadiana y los paisajes de la cuenca del Tajo, visitando algunos de los puntos de mayor interés de la región, como Marvão, Castelo de Vide o Monforte. Kilómetros y kilómetros para descubrir de primera mano la alianza entre el alojamiento turístico y la enogastronomía, que destaca en el norte gracias a los embutidos de São Brás, el café del Centro de Ciencia del Café de Campo Maior y, por supuesto, el vino de las bodegas que pueblan la zona. Los más curiosos también podrán participar en talleres de setas y de corcho en Moinho da Cova, en Portagem.
“Al ritmo de las estaciones”
Aunque las rutas proponen experiencias que se pueden disfrutar a lo largo de todo el año -como visitar bodegas, queserías y demás empresas productoras-, hay otro tipo de actividades que, al igual que la gastronomía, son estacionales. Para realizarlas respetando los tiempos, los recorridos enogastronómicos proponen experiencias “Al ritmo de las estaciones”, dependiendo de la época del año en la que se viaje al Alentejo.
Otoño. Los meses de septiembre a diciembre son los mejores para recoger el producto de la tierra. Por ello, entre las sugerencias de estos recorridos están la vendimia; la cosecha de nueces, bellotas y castañas; la recogida de aceitunas; la siega, secado y descascarillado del arroz; y la recogida de setas y espárragos, entre otras.
Invierno. Con el frío, toca la poda de vides, la producción de aceite de oliva y la recogida de algunos productos de temporada como los cardos o las trufas.
Primavera. Estos meses de floración son la mejor época para participar en la poda de plantas aromáticas, la siembra del arroz, la preparación y plantación de las huertas y la elaboración de compotas.
Verano. Después de la primavera, toca recoger lo sembrado. El verano es para la cosecha de frutas y hortalizas, la vendimia, la cosecha y el envasado de miel y la extracción del corcho, entre otras muchas cosas.