No está muy claro cuando surge la costumbre de quemar figuras de papel, cartón y madera en la noche de San José. Hay quien cree que se inspira en rituales solares vinculados al equinoccio de primavera que se celebraba encendiendo hogueras, un ritual pagano que la Iglesia asoció a san José, como el solsticio de verano se unió a San Juan. Pero la teoría más aceptada indica que las Fallas vienen de una antigua costumbre de los carpinteros que se celebraba la víspera de su patrón, San José (19 de marzo). Para alumbrarse en las últimas horas de la jornada, ya sin sol, utilizaban unos candiles que sostenían en un palo a modo de candelabro llamado estai, astai, pagés o parot, el cual situaban en el centro del taller. Según esta teoría, era tradición que para celebrar el patrón del Gremio y el fin de las veladas de invierno trabajando, se sacara el parot a la puerta del taller y se quemara junto a unas virutas. Con el tiempo, se añadieron más trastos a la hoguera, e incluso se vistió con ropas al parot para que se pareciera a una persona a la que se quisiera criticar, en la línea de la sátira valenciana que ha existido siempre. Con el tiempo, a esta primitiva figura se le añadieron más elementos que conformaron una pequeña escena. De esta manera, y siempre según esta hipótesis, apareció el primer ninot.
A pesar de ser una teoría muy difundida, no existe constancia documental que la certifique. La documentación más antigua hallada sobre las Fallas data de 1784, y es un oficio de la autoridad municipal de Valencia que prohíbe quemar fallas en las estrechas calles de la ciudad y obliga a colocarlas en plazas suficientemente amplias. Este escrito indica claramente que en el siglo XVIII ya se plantaban fallas, pero nada más. La palabra falla viene del mozárabe y se deriva de la palabra latina “fácula”.
Tradición festiva
En realidad, ahora poco importa qué motivara estas gigantescas hogueras en la noche del 19 de marzo. Lo que interesa es que se trata de una tradición que ha sobrevivido al tiempo y que se ha convertido en toda una ceremonia festiva en el caso de las Fallas de Gandía, que se remontan a 1876, una fiesta declarada de Interés Turístico Regional que espera ser en breve Fiesta de Interés Turístico Nacional.
Méritos no le faltan, cada una de las 23 comisiones planta un monumento con ninots de cartón piedra que satirizan los acontecimientos más recientes de la sociedad. Las calles se llenan de música y los falleros desfilan en innumerables pasacalles. Se realizan actos muy emblemáticos como el bautizo, la entrega de premios, la ofrenda a la Virgen de los Desamparados, la mascletà...
La magia del Mediterráneo, el ruido de la pólvora, el calor del fuego y la luz única de sus atardeceres, hacen de Gandía el destino perfecto donde la tradición, la fiesta y el espectáculo se unen para ofrecer a los visitantes el verdadero sabor de una ciudad que vive sus fiestas durante todo el año. Las fallas se celebran todos los años entre los días 15 y 19 de marzo en honor a San José en toda la Comunidad Valenciana. Durante los días anteriores al 19, se montan y presentan las fallas. Son monumentos y figuras grandes, originalmente de cartón y madera, que son quemadas el día 19, día de la cremà. Durante estas fiestas el fuego, los cohetes, las tracas, el humo y la música juegan un papel fundamental.
En Fallas, Gandía se llena de música y pasacalles. Las falleras y los falleros, vestidos con la indumentaria tradicional valenciana, pasean por la villa representando su ciudad. Durante estos días, se realizan actos muy emblemáticos como el bautizo, la entrega de premios a los monumentos, la ofrenda a la Virgen, las mascletàs, etc. Las Fallas culminan con la Nit de la Cremà, cuando los monumentos arden, iluminando la noche de San José, con la pena de los falleros y las falleras por la pérdida, pero con la ilusión de comenzar de nuevo para el año siguiente.
Arquitectura en madera
Las fallas suelen contar con varios metros de altura, llegando las más ambiciosas a los 30 metros y se componen de figuras de cartón piedra sostenidas en un armazón de madera. Suelen incluir letreros escritos en valenciano explicando el significado de cada escenografía. En el siglo XX el cartón piedra facilitó este arte y actualmente se utilizan materiales fácilmente moldeables como el poliexpán, aptos también para plasmar todo el cromatismo del que hacen gala estos gigantes. Auténticos monumentos que harán de Gandía un gran museo al aire libre desde la noche del día 15 siguiendo la tradición de la “plantá”. Aunque hoy en día, dada la aparatosidad de algunos montajes se pueden ver las primeras piezas montándose con ayuda de grúas incluso quince días antes de la semana grande.
Pero aquí no sólo cuenta la técnica y las horas de trabajo invertidas en moldear las figuras. Tras el júbilo de las Fallas se une la fiesta abonada a la crítica y a la libertad de expresión. Las composiciones están a menudo dotadas de un carácter satírico, poniendo en la palestra temas de actualidad y ofreciendo visiones más o menos posicionadas o comprometidas. Este afán por poner el dedo en la llaga ha sido alguna vez amenazado aunque por fortuna los artistas falleros hacen piña ante cualquier viso de censura.
Conservando la tradición, se siguen montando y quemando las fallas con la diferencia que hoy en día se trata de encargos. Cada grupo de falleros encarga su falla a un artista que trabaja en ella durante un año entero para ser quemada el día de San José. Antes de quemarlas se premian las mejores fallas, mejores ninots, etc. El ninot más bonito se llama “ninot indultad” y es salvado de las llamas. Cada falla dispone de una falla grande y una infantil. Las fallas infantiles, de menor tamaño, siempre son ricas en detalles por lo que son las preferidas por mucha gente. Cada falla tiene una reina de la falla que representa su comisión. Durante los días festivos en marzo, todos los falleros y sus bandas de música visitan durante sus pasacalles todas las demás fallas.
Durante todo el día y toda la noche hay fuegos artificiales y tracas que envuelven la ciudad en humo blanco. Cada año aumenta el número de turistas y visitantes que acuden a las fallas de Gandía para contemplar estas fiestas típicamente valencianas. Para aquellas personas que no pueden visitar la ciudad durante esos días, y para conservar la memoria viva de estas fiestas, se creó en el año 2008 el museo fallero de Gandia, que ofrece una visión general de las fallas, desde sus comienzos hasta hoy.
La exposición permanente no sólo dispone de piezas originales como trajes tradicionales y accesorios falleros, sino también de aplicaciones multimedia interactivas. Se puede crear virtualmente una traca y ver cómo explota al ritmo de la música festera. En el museo se pueden seguir, a base de moldes, los pasos para la construcción de un ninot o incluso de una falla completa. Existen visitas guiadas en las que se explica a los visitantes todo lo relacionado a esta fiesta valenciana. El fin de este museo es transmitir a los visitantes la magia de las fallas durante todo el año y ayudar a entender mejor los orígenes de la fiesta que se celebra anualmente en marzo en honor a San José.
Días de fiesta y truenos
Para disfrutar las Fallas de Gandía, vale le pena comenzar el día bien prontito con la despertá, cuando los falleros y falleras se echan a la calle acompañados de su banda de música y recorren las calles tirando tracas, petardos y cohetes para despertar y hacer que toda la ciudad se una a la fiesta. Al mediodía en las Fallas de Gandía no hay que perderse la mascletá que se da en la plaza del ayuntamiento, cubriendo con humo blanco todas las calles y haciéndolas temblar. Después de la mascletá todos van a comer los típicos platos valencianos como la paella, el fideua o arroz al horno, siempre acompañados del buen ambiente y música. Por las tardes, las calles se llenan otra vez de los falleros para dar paso a las procesiones. Una de las más bonitas es la ofrenda de las flores, donde las falleras llevan flores a la Virgen en la Plaza Mayor, enfrente de la Colegiata.
Quien visite Gandía gozará sin duda de su ambiente festivo, pero también debe encontrar tiempo para conocer la ciudad y disfrutar sus playas. Entre los monumentos imprescindibles en el casco antiguo de la ciudad está el Palacio Ducal, conocido también como el Palacio de los Borja, es uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad y se encuentra en el centro histórico. Tiene un gran patio interior y varias salas como la Galería Dorada y un Salón de Coronas. El Ayuntamiento de Gandía fue construido en el año 1772 cerca del Palacio Ducal, antiguo centro de poder. La fachada es la única parte del edificio que se conserva en su estado original. La Antigua Universidad o Escuelas Pías es uno de los edificios más importantes del centro histórico. Comenzó siendo la antigua universidad de Gandía, fundada por el duque San Francisco de Borja en 1549. En la plaza delante de la entrada principal se encuentran estatuas de miembros de la familia Borja. La Colegiata fue construida por Alfonso el Viejo durante los siglos XIV y XV sobre una mezquita musulmana y dispone de una única nave. Fue declarada monumento histórico artístico en 1931. Se puede ver el campanario desde casi cualquier lado de la ciudad.
Las Playas de Gandía cuentan con 7 kilómetros de costa y una superficie de 700.000 metros cuadrados de arena fina y blanca por la que los paseos serán todo un placer y un agua cristalina para refrescarse los calurosos días de verano. Gandía es el lugar ideal para disfrutar de las mejores playas del Mediterráneo con galardones como las banderas azules que avalan la calidad de sus aguas y sus servicios durante todo el año. Gandía no solo es un destino obligado por sus características de sol y playa, sino también por la oferta hotelera que cuenta con un total de 95.000 plazas de alojamiento, entre hoteles y apartamentos, con la garantía y el servicio de los mejores profesionales del sector de la restauración.
Y si las visitas y los paseos despiertan el apetito, no hay que preocuparse, Gandía es uno de los mejores lugares para disfrutar la gastronomía valenciana, de fama mundial. Gandía cuenta con una importante tradición gastronómica, desde la fideua, plato típico y exclusivo de la zona, una especie de paella de pescado pero realizada con un fideo especial que la hace diferente y única, hasta los pimientos rellenos, pasando por el espencat, los figatells o el arroz en sus múltiples variantes. Arroz al horno, seco, caldoso, del senyoret, con acelgas... las combinaciones son variadas y dependen de la destreza del cocinero. Pero no podemos olvidar la paella, ese plato típico de la gastronomía valenciana que hace las delicias de todos los visitantes. Con pollo, conejo, verduras, marisco o albóndigas, la paella también forma parte importante de su gastronomía. Por toda la ciudad y su playa se encuentran innumerables restaurantes que ofrecen a los visitantes, por poco dinero, toda clase de platos típicos incluidos en sus menús, a la carta o en forma de tapa.
Pero no todo ha de ser salado. La gastronomía gandiense también cuenta con una importante presencia en cuanto a repostería se refiere. Los típicos buñuelos o el arnadi, hechos de calabaza, hasta la coca de miga o la corona de gloria, un típico pastel que ha sido el protagonista de muchas bodas, hasta los pastissets de moniato (batata) o la casca de Reis (mazapán) típicos en Navidad.