Coincidiendo con el 40º aniversario de ARCOmadrid, que tuvo lugar la semana pasada en IFEMA Madrid, Vida Silver ha reunido a dos expertos en arte contemporáneo: Jacobo Fitz-James Stuart y Carlos Urroz, quienes, a través de su propia experiencia, contagian en un interesante diálogo su pasión por el arte.
La movida madrileña desencadenó la pasión por el arte de Carlos Urroz (Madrid, 1966), miembro del Comité de Vida Silver y director de TBA21 (Thyssen-Bornemisza Art Contemporary). Y es que su primer acercamiento al mundo del arte, que hasta la fecha le era totalmente ajeno, ocurrió en los 80, en aquella exposición de Andy Warhol en la Galería Vijande, o en sus recurrente visitas a la Galería de Juana Mordó, o en los artistas, como Basquiat, que descubría gracias a la revista La Luna de Madrid, o en sus viajes a la Tate londinense o a Nueva York, donde se dejó atrapar por la efervescencia del pop... Unos años en los que “Madrid salía de la época franquista, donde la cultura estaba más orientada hacia el pasado que hacía el futuro. Era muy momento gris, aunque también era divertido”, recuerda Urroz.
En cambio, los primeros contactos con este mundo del director de la galería Espacio Valverde fueron un tanto diferentes. Y es que Jacobo Fitz-James Stuart (Madrid, 1981) nació rodeado de arte, aunque también de música, de gastronomía…. Sin duda, tuvo bastante que ver el hecho de que su padre dirigiera Siruela, una de las editoriales literarias independientes más prestigiosas de España.
Estos dos profesionales tuvieron dos formas distintas de acercarse al mundo del arte marcadas por la diferencia de generación, pero determinada también por un acontecimiento que concreta Carlos Urroz: “Para quienes ahora tenemos más de 50 años no había una escena de galerías ni una visibilidad del arte contemporáneo como hay ahora. Y, sin duda, el Museo Reina Sofía marcó un antes y un después en la forma de apreciar el arte en nuestro país”. Por eso, no es un hecho anecdótico que Jacobo Fitz-James Stuart sitúe uno de sus primeros recuerdos artísticos precisamente en este museo, al que le llevó su padre a ver una exposición de Bill Viola que nunca olvidará.
Ambos coinciden a la hora de señalar que la edad no debería ser un condicionante para dejarse atrapar por el arte contemporáneo. “Tan apasionante resulta ver cómo un niño se acerca al arte contemporáneo que comprobar cómo lo hace una persona de 60”, asegura Carlos Urroz, en línea con lo expresado en este Diálogo Vida Silver por Jacobo Fitz-James Stuart, quien también mantiene que tanto la madurez como la espontaneidad tienen sus propias virtudes, apuntando, eso sí, una salvedad: “Obviamente la madurez te da una profundidad y una capacidad de cribar con más conocimiento”, señala, retomando inmediatamente el anterior argumento. “Pero también la inocencia y el candor tienen una energía nada despreciable”.