En 1556, España fue testigo de un simbólico viaje. El emperador Carlos V desembarcaba en Cantabria, al norte de España, para recorrer 550 kilómetros aproximadamente hasta el Monasterio de Yuste, en Extremadura, donde se retiraría y moriría tras 40 años de un reinado histórico. Cuatro siglos después, se puede revivir este apasionante trayecto gracias a la “Ruta de Carlos V”. ¿Preparados para emular a un auténtico rey?
Una ruta histórica
Cantabria, Castilla y León y Extremadura son las tres regiones que atraviesa este viaje histórico y en las que se conserva un importante patrimonio monumental de la época. Un salto desde los libros de historia a la carretera para conocer algunos de los municipios que visitó el monarca en esta última ruta hacia su retiro.
Cantabria, Castilla y León y Extremadura son las tres regiones que atraviesa este viaje histórico
El propio viajero elige dónde detenerse y por cuanto tiempo. Lo que viene a continuación, partiendo de Laredo (Cantabria), pasa por Medina de Pomar (Burgos), Venta de Baños (Palencia), Valladolid, Medina del Campo, Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), Ávila, Cáceres (Extremadura) y Jarandilla de la Vera para concluir en Cuacos de Yuste.
Traslada el calendario al siglo XVI, cuando España era la máxima potencia mundial. Imagina a un gran dirigente de la historia, Carlos V, desembarcando al norte de España con más de 50 buques, tras abdicar. Acompañado por su séquito, emprendió un viaje de más de un mes por Cantabria, Castilla y León y Extremadura hasta llegar a su retiro, en el Monasterio de Yuste. Proponemos seguir sus pasos a lo largo de 34 municipios de estas tres zonas. Se puede elegir el tramo favorito, pues en todos se encuentran espectaculares entornos y un patrimonio monumental que conserva el encanto de aquella época. He aquí algunos de los destinos más atractivos:
El recorrido.
Destinos imprescindibles
La ruta comienza en Laredo (Cantabria) donde se produjo el desembarco y donde hoy se alza un simbólico busto del emperador. No hay que perderse su casco antiguo, su muralla o sus casas señoriales. Y especial atención a playas como la de La Salvé, pues Laredo se sitúa en un enclave privilegiado de la costa del Mar Cantábrico.
Tras recorrer varias zonas de Cantabria se llega a Medina de Pomar (en Burgos, Castilla y León), a 60 kilómetros de Laredo y donde pasó una noche Carlos V, impregnado con sabor medieval y cuenta además con el Alcázar de los Velasco, un impresionante castillo del siglo XIV.
Unos 100 kilómetros más allá se alza la ciudad de Burgos, cuyo Arco de Santa María representa la figura de Carlos V. La Catedral, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO o el Real Monasterio de las Huelgas son otras de sus joyas.
La ruta comienza en Laredo (Cantabria) donde se produjo el desembarco y donde hoy se alza un simbólico busto del emperador
Ya en Palencia, se puede viajar hasta Venta de Baños, a 90 kilómetros de Burgos. Cuenta la leyenda que el rey visigodo Recesvinto, tras notar las propiedades curativas de una de sus fuentes, y como agradecimiento, mandó edificar la iglesia de San Juan de Baños, una basílica visigoda que merece la pena visitar.
Tras atravesar bellas zonas de singular belleza como Dueñas se llega a tierras de Valladolid y a su capital (a 37 kilómetros de Venta de Baños), en cuyo antiguo Palacio Real se alojó el emperador. Allí se observa con un agradable paseo sus palacios, su Plaza Mayor, su Catedral o su Colegio Mayor de Santa Cruz. No olvidar viajar a tan sólo 55 kilómetros a Medina del Campo, donde su impresionante Castillo de la Mota da la bienvenida.
Siguiendo por esta ruta y ya en Salamanca, se encuentra Peñaranda de Bracamonte, a 55 kilómetros de Medina del Campo y cuyo casco antiguo fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. Se prosigue hasta Ávila, donde Barco de Ávila, que acogió con los brazos abiertos al emperador, hará lo mismo con los visitantes. Desde su castillo se contempla una gran panorámica del río Tormes.
La última etapa comienza en Cáceres, en Extremadura. Allí, Jarandilla de la Vera, a 90 kilómetros de Barco de Ávila, sobresale por su Parador de Carlos V, un palacio lleno de historia en el que el monarca se hospedó. A 9 kilómetros, la ruta finaliza en Cuacos de Yuste, en cuyo Monasterio y Palacio anexo (cuya distribución es muy similar a la del palacio donde nació el soberano) pasó sus últimos días Carlos V. Contemplando su belleza, se puede entender por qué lo eligió.
Deportes
Si además de un amante de la historia se es aficionado al deporte, esta ruta resultará perfecta. Si gustan las actividades náuticas, se puede practicar vela, surf, buceo o realizar paseos en barco en Laredo. Para los aficionados al senderismo, tanto Cantabria como Castilla y León y Extremadura poseen rutas señalizadas para descubrir sus paisajes, asomarse a sus miradores o caminar entre los bosques de castaños, las cascadas y piscinas naturales que se encuentran en la reserva natural de Cáceres conocida como la “Garganta de los Infiernos”. Paseos a caballo, espeleología, descensos en piragua, escalada, parapente o viajes en globo completan la oferta.
Fiestas
Para revivir el espíritu de esta ruta y divertirse, están los eventos que se celebran en su honor. A finales de septiembre, se festeja en Laredo el “Último desembarco de Carlos V”. Sorprende ver como sus gentes se visten de época. Y se pueden comprar productos típicos en un mercado del Renacimiento y asistir a espectáculos de fuego y música, mezclándose con nobles y juglares y ver cómo los caballeros demuestran su valor con la lanza.
La última etapa comienza en Cáceres, en Extremadura
Otra cita imprescindible es la Marcha Turístico Cultural “Ruta del Emperador”, que tiene lugar a mediados de octubre desde Laredo hasta Medina de Pomar. Este trayecto de 40 kilómetros recrea el ambiente del siglo XVI por caminos forestales y vías pecuarias. Cuando se llega a Medina de Pomar se puede participar en una cena medieval o admirar una representación sobre la llegada de Carlos V.
Los sabores de cada territorio
Otra buena razón para realizar este viaje imperial es la riqueza gastronómica presente en cada parada. La Ruta de Carlos V reúne una buena muestra de la diversidad de la cocina española.
Los pescados al horno de la costa cantábrica, los contundentes guisos y carnes de Castilla y León (alubias y morcilla de Burgos; chuletón de Ávila…) así como el particular sabor de las migas o la caldereta de cordero de Extremadura, tierra también conocida por la calidad de su jamón ibérico, al igual que la provincia de Salamanca… Multitud de quesos, vinos de la Ribera del Duero y una variedad de postres típicos (lazos de hojaldre, yemas, torrijas, leche frita…) para endulzar el camino.
Todo esto propone la Ruta de Carlos V, incluidos magníficos establecimientos donde pasar la noche… Si bien las temperaturas más agradables se disfrutarán en primavera, cualquier época del año es buena para emprender el viaje. Se puede realizar la ruta completa o los tramos que se elijan en su propio vehículo ya que los trayectos están bien señalizados.