El destino elegido para empezar mi nueva vida, fué Mozambique. Fuí a Mozambique por dos razones principales; una para ganar dinero y la otra porque me gustaba África en general y Mozambique era un buen sitio, el cual englobaba todo lo que más me gustaba de la cultura africana pero de una forma más segura.
Recuerdo el viaje de ida con mucho miedo, ya que estaba muy nervioso al ser la primera vez que marchaba de casa y que hacía un viaje tan tan largo.
Fueron varios los aeropuertos que pisé antes de llegar a Mozambique ya que por aquella época las comunicaciones entre Países y ciudades no eran como ahora, los viajes duraban más puesto que había que hacer muchas escalas antes de llegar al destino y más siendo Mozambique la última parada.
Tenía 18 años, no era muy maduro y los nervios me comían por dentro, pero estaba feliz y contento porque iba a emprender una aventura que me marcaría el resto de mi vida y que formaría a la persona que soy actualmente.
Lo que más me llamó la atención una vez llegado a Mozambique, fue su aeropuerto; después de haber pasado por cinco aeropuertos diferentes en el viaje y cada uno a su estilo, me llamó mucho la atención puesto que era muy pequeño y había muy pocos trabajadores y viajeros en el mismo, pero eso sí, todos te ayudaban con cualquiera duda que tuvieras y preguntaban mucho y continuamente por España.
Los primeros meses, fueron meses de adaptación; a una cultura nueva, al idioma portugués, a nuevos compañeros, a nuevas comidas y sobre todo a un nuevo clima. Quizá lo que más me costó fue adaptarme a su clima puesto que hay un calor muy fuerte (40º y 50º), el cual cuesta bastante acostumbrarse.
La cultura mozambiqueña es muy limpia, la gente es muy amable y siempre están dispuestos a ayudarte en todo, no entienden de envidia y siempre tienen una sonrisa en la cara en cualquier momento del día.
El tiempo iba pasando y día a día iba conociendo más gente, hablando con unos y hablando con otros y me empecé a dar cuenta de que allí todos son súper felices, personas muy compañeras que abren las puertas de su casa a desconocidos sin pensar en nada malo y en general personas que con un poquito solo ya son felices. Viven día a día, allí aunque suene muy triste pocos piensan en un mañana. No hacen planes futuros de ningún tipo y lo más que pueden pensar es en el día siguiente. Para muchos no hay relojes, lo que significa que no hay horarios. Gran parte de las actividades de ocio se marcan en función de la hora solar; cuando se iba el sol era como si comenzase un nuevo día, mientras que durante el día estaba casi todo muerto.
Una de las cosas que mas me llamó la atención, es que aun siendo un lugar donde su riqueza está asociada al mar y al marisco, allí comen mucha carne y pollo, siendo una de sus comidas típicas el pollo al piri piri.
Por lo que me dijeron y llegue a descubrir con los años, Mozambique es uno de los lugares más importantes de África del Sur hablando en términos gastronómicos, ya que tiene de todo para todos los paladares y culturas.
Mozambique me aportó muchísimas cosas tanto personales como profesionales y pienso que es un lugar, que aún siendo africano hay bastantes personas preparadas y válidas, lo único que le falta es más maquinaria e inversión para poder crear productividad en muchos sentidos.
Es un lugar sin problemas, un destino tranquilo en donde no hay guerras ni conflictos como en otros lugares de África y la gente es buena y trabajadora y siempre miran por lo suyo sin preocuparse de los demás.
En definitiva, Mozambique es toda una experiencia cultural, gastronómica y turística para cualquier persona ajena a África; y sobre todo un lugar que recomiendo a los viajeros más aventureros que buscan una experiencia que le dejen marcados (de buena manera) de por vida.