La capital del archipiélago balear celebra Todos los Santos rindiendo homenaje a la tradición popular y vistiéndose de gala con todo tipo de fiestas de Halloween para todos los públicos con los que pasar una noche de miedo.
El fin del “veroño” y el cambio inminente al horario de invierno marca la llegada de la Fiesta de Todos los Santos. Una cita ineludible también en Palma, donde conviven las celebraciones más tradicionales de la cultura religiosa y popular con las fiestas más paganas, que inundan de música y color las calles de la capital balear. El denominador común entre las costumbres de divinos y herejes son los confites típicos de Todos los Santos, que endulzan las celebraciones con delicias típicas mallorquinas para todos los gustos.
El origen de la fiesta de Todos los Santos puede encontrarse en la celebración celta del Samhain, momento en que se celebraba el inicio del año nuevo, el 1 de noviembre. Estos días abrían el periodo de oscuridad en que la frontera entre vivos y muertos desaparecía y los espíritus volvían a la Tierra, se hacían profecías, hogueras, sacrificios, estruendos y aquelarres. Posteriormente, durante los 400 años de la dominación romana en tierras celtas, la tradición del Samhain se combinó con dos festivales que ensalzaban por un lado a los difuntos y por otro a la diosa Pomona. A principios del siglo VII, el papa Bonifacio IV cristianizó la celebración y designó el 1 de noviembre como día de Todos los Santos (All Hallows) y la noche de Samhain pasó a llamarse Noche de Todos los Santos o All-Hallows Eve (más tarde Halloween).
La Noche de las Almas, día de Todos los Santos y Día de los Difuntos en Palma
En la tradición mallorquina, la verbena de Todos los Santos es una fiesta popular conocida como la ‘Nit de les Ànimes’ (la Noche de las Almas), que nació por la creencia de que en estas fechas las almas de los antepasados volvían al hogar donde habían nacido. Por ello era costumbre encender velas, a menudo en el interior de cántaros y frutas de temporada, como las calabazas, que se solían decorar y se colocaban en la puerta de las casas, en las habitaciones o en la cocina para que las pequeñas almas encontraran el camino, así como otras prácticas para guiar a los difuntos durante su visita.
Por otra parte, de acuerdo con el calendario litúrgico, el 1 de noviembre -Día de Todos los Santos-, se celebra la memoria de todos los santos que dedicaron sus vidas a la propagación y defensa de la fe cristiana. Ya desde la antigüedad se realizaban ceremonias y oraciones, se ofrecían velas, se rezaba el rosario y se tocaban las campanas durante toda la noche para que los difuntos que no habían alcanzado la paz encontraran el camino. Así, este día está marcado por la visita al cementerio por ser la jornada en que se recuerdan a los difuntos, visten y engalanan sus tumbas con flores y se prenden velas en recuerdo suyo.
Por último, el día 2 de noviembre -Día de los Difuntos o Día de los Muertos- tenían lugar tres misas y era costumbre ir a la iglesia a rezar por los difuntos de cada familia.
Durante estos días y al igual que los del resto de España, los cementerios de Palma se convertirán en concurridos lugares engalanados con miles de flores para la ocasión y los más fieles acudirán a las iglesias el Día de los Difuntos para rogar por las almas de sus difuntos. Con el fin de contribuir a la recuperación de la memoria popular, por tercer año consecutivo el próximo sábado 2 de noviembre se celebrará la ‘Nit de les Ànimes’ en el Parc de Sa Riera, con ritos y actividades tradicionales especialmente dirigidas a los más pequeños, como talleres, bailes y actividades lúdicas.
Paralelamente, decenas de fiestas de Halloween repartidas por todos los barrios de Palma ofrecerán -en su mayoría la noche del 31 de octubre-, un gran abanico de posibilidades para disfrutar de la noche más terrorífica del año con altas dosis de diversión en compañía de familiares y amigos, todos ataviados con los más tenebrosos disfraces.
“Rosaris ensucrats”, “panellets” y “bunyols”, dulces tradiciones mallorquinas
La gastronomía típica de Todos los Santos que se degusta cada año en Palma es rica y variada y está elaborada con los productos propios de la temporada: nísperos, bellotas, setas, manzanas, peras, granadas, uvas, castañas, calabazas, membrillos, mandarinas, legumbres, coles, boniatos o caquis, entre muchos otros. La tradición manda servirlos acompañados de vino rancio.
Durante estas fechas, las pastelerías de Palma se llenan del aroma y el color de los típicos rosarios de caramelos, llamados rosaris ensucrats. Y es que, además de honrar a los difuntos con las habituales ofrendas florales, la tradición dedica un capítulo especial a los más bajitos de la casa.
Así, este día los niños son obsequiados por sus padrinos o madrinas con unos grandes collares elaborados con golosinas, caramelos de distintos colores, bombones y que van personalizados con una figurita de papel. De todos los tamaños en función de las edades, los rosaris ensucrats alegran los escaparates de las pastelerías baleares, que los cuelgan de sus paredes y ventanas para atraer la atención de los más pequeños. Antiguamente las Ave María se hacían con los “panellets” y los Padre Nuestro con frutas confitadas o azucaradas.
En estas tierras, los rosarios y “panellets” de Todos los Santos tienen origen de una costumbre medieval. Se llamaban “panetets de la mort” o panecillos de la muerte y el día de Todos los Santos se depositaban en las tumbas y en las iglesias, junto con una luminaria encendida. Más tarde esos “panes” se ofrecían como limosna. Parece que, en el pasado, cada pieza del rosario era un “panellet de mort” o panecillo dulce, elaborado con harina y frutos típicos de la época como castañas, almendras, piñones, calabaza, etc. Otras especialidades típicas de esta celebración son los huesos de santo, los “panellets”, els “bunyols” (buñuelos), los boniatos y las tradicionales castañas.