Aún hoy guardamos mil preguntas sin contestar alrededor de la sociedad aborigen que habitó el Archipiélago Canario. Son enigmas de un tiempo antiguo, previo a la llegada de los europeos, cuando Gran Canaria parecía vivir en el mismo borde del mundo.
Entre las joyas arqueológicas destacan La Cueva Pintada, El Cenobio de Valerón, La Necrópolis de Arteara, Cuatro Puertas
El estudio de la Prehistoria de las islas va deshilachando el nudo de preguntas abiertas en torno a sus primeros habitantes. El empeño de los expertos, el esfuerzo de las instituciones públicas y las nuevas técnicas han ido abriendo una nueva etapa. Una etapa decisiva en la que la Arqueología irá borrando el halo de misterio que envuelve la cultura aborigen para desvelar la riqueza de las relaciones sociales y políticas de los antiguos canarios así como el universo de sus creencias mágico- religiosas y la profundidad del conocimiento de su entorno y de los ciclos de la naturaleza que los acogía, conocimiento imprescindible para sobrevivir para un pueblo que dependía de la agricultura. Gran Canaria impulsa la recuperación y puesta en valor de todo este legado, mediante la Red de Espacios Arqueológicos de la isla. Nuestro puente directo al pasado de Gran Canaria. Entre esas joyas arqueológicas ya consagradas destacan La Cueva Pintada, El Cenobio de Valerón, La Necrópolis de Arteara, Cuatro Puertas que jalonan la geografía de Temarán, la antigua Gran Canaria, de norte a sur.
A esas maravillas con que la población ancestral obsequió a Gran Canaria, se suma recientemente la puesta en valor del Yacimiento de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria. En 1996 se descubre en las montañas de Gran Canaria el almogarén o centro ceremonial de Risco Caído, un singular y excepcional complejo arqueológico de carácter religioso y astronómico de los antiguos canarios.
En 1996 se descubre en las montañas de Gran Canaria el almogarén o centro ceremonial de Risco Caído
Tal hallazgo representó el redescubrimiento de un espacio de excepcional importancia simbólica para los aborígenes de Gran Canaria. En estos parajes, acogidos en la colosal Caldera de Tejeda, se localizan algunos de los santuarios de montaña más espectaculares de aquellos pobladores insulares, así como una serie de originales construcciones excavadas y realizadas en lugares casi inaccesibles.
El colosal escenario geológico y los paisajes naturales se fusionan con los asentamientos de cuevas rupestres, obras y bancales, creando un auténtico “paisaje cultural” que aún mantiene sus connotaciones simbólicas y cosmológicas.
En el interior de la cueva del Risco caído se produce un fenómeno óptico en el que se observa como un rayo de luz de forma piramidal incide sobre un determinado punto en las paredes de la cueva en la que los antiguos canarios había esculpido una triángulos invertidos en clara referencia a ritos de fertilidad y abundancia en las cosechas. Todo este conjunto ha sido recientemente declarado Patrimonio cultural de la Humanidad.