El director de cine italiano Sergio Leone llegó a la provincia de Burgos en el verano de 1966 para rodar algunas escenas de la que se ha convertido en una de las joyas del género spaghetti western: ‘El bueno, el feo y el malo’. El peso de los cuatro escenarios burgaleses escogidos para la película es preponderante durante toda la cinta, tanto a nivel narrativo como en duración. Para quien no lo sepa, el campamento de Beterville, la Misión de San Antonio, el Río Grande y el cementerio de Sad Hill no se encuentran en Hollywood, sino en Burgos.
El año que viene se cumple el 50 aniversario del rodaje de uno de los títulos más destacables de la historia del género
spaghetti western. ‘El bueno, el feo y el malo’ ponía fin a la llamada Trilogía del Dólar, serie de
filmes firmados por el italiano Sergio Leone. Con Clint Eastwood a la cabeza del reparto, acompañado por Eli Wallach y Lee Van Cleef, la cinta ha llegado a ser reconocida por la revista Time como una de las 100 mejores películas de todos los tiempos.
Burgos fue una de las localizaciones escogidas para rodar el largometraje. Para ello, se escogieron cuatro escenarios que, tras adaptarlos a las exigencias del guion, consiguieron componer las imágenes más emblemáticas de la película. Tanto es así, que se puede afirmar sin lugar a dudas que los escenarios burgaleses tienen el mayor peso durante toda la película, tanto a nivel narrativo -las tramas que alojan son memorables- como por metraje en relación a la totalidad de la duración.
En un radio 30 kilómetros, en la zona del Valle del Arlanza, se encuentra este cuarteto de escenarios. En un alto de la población de Corazo se ubicó el campamento de Beterville, campo de concentración al que son conducidos Rubio y Tuco -los personajes de Eastwood y Wallach-. El Monasterio de San Pedro de Arlanza se convirtió en el interior de la Misión de San Antonio, donde ‘el bueno’ y ‘el feo’ llegan para curar las heridas del primero. El río Arlanza en la película es el Río Grande, y allí construyeron un puente de más de 150 metros que separaba las trincheras de sudistas y nordistas en la cinta. Por último, el célebre cementerio de Sad Hill -lugar en el que los tres protagonistas se disputan el botín de 200.000 dólares- se extendió en el término de Silos, para lo que se dispusieron más de 4.000 tumbas en una construcción circular de 300 metros de diámetro.
Para poner en valor estos escenarios que los cinéfilos no olvidan nació en Burgos la
Asociación Cultural Sad Hill en 2014. David Romero, uno de sus impulsores, explica que “
tras comprobar el interés de los habitantes de la comarca, se creyó necesario unir fuerzas entre los diferentes pueblos y asociaciones culturales para crear una agrupación que fomentara la restauración y reivindicara los escenarios burgaleses de la película”.
La asociación ha comenzado la recuperación del cementerio, cuyo rastro fue borrado por el paso del tiempo. Actualmente, el 60% de la estructura circular central ya ve la luz. “La siguiente actuación es conseguir marcar la totalidad de las tumbas que aparecen en la película”, anuncia Romero, quien recuerda que para todas estas acciones se están convocando jornadas de voluntariado y está en marcha un sistema de micromecenazgo, llamado ‘Apadrina tu tumba’, para cubrir los gastos.
Celebrar el 50 aniversario y programar una serie de actividades a tal efecto son algunos de los objetivos que la agrupación Sad Hill tiene como objetivo para 2016. Las opciones que se barajan van desde charlas y proyecciones hasta, incluso, un festival de música que tendría lugar in situ específicamente durante la semana del aniversario, en torno al 25 de julio.
Sin embargo, desde Sad Hill reconocen que no buscan que todo esto quede en una simple celebración, sino que la intención es convertir todo ello en un itinerario turístico de calidad, un producto relativo al cine y dotado de contenido, si bien la zona y los cuatro escenarios son visitados frecuentemente por admiradores, estudiosos, mitómanos y viajeros en general que comparten sus videos e imágenes en Internet.
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